Comparten mis mimos

5 de junio de 2010

PRIMER CONTACTO

Todos tenemos una historia que contar. Historias a veces divertidas, otras desenfadadas, algunas tristes, irreales, agrandadas, políticamente incorrectas, toscas, alucinantes, inacabadas, increíbles, subjetivas,……….

Esta es la mía. No sabría donde encajarla, lleva un poco de todo, una mezcla de nostalgia e ironía, una pizca de amargor y dulzura, un puñado de risas y lágrimas, todo aquello que nos aflora en la vida, una vida llena de sensaciones, vivida palmo a palmo, sufrida, exprimida, disfrutada y perdida, pero tan solo eso, una vida.

Lo miraba una y otra vez, me alejaba y volvía y me reiteraba en mi intento de alejarme de allí, pero él era más fuerte que yo, me atraía como un imán, irradiaba tanta paz con sólo mirarlo que no podía dejar de hacerlo. Cuando lo ví por primera vez, era todo ternura, tan pequeño, delicado, frágil, perfecto. ¿Cuántas veces te conté los dedos de las manos? ¿Y los de los pies? Te olía una y otra vez, aún lo pienso y te huelo. Las lágrimas se agolpaban en mis ojos sin pedir paso, salían una detrás de la otra, fue tanta la alegría!

Estabas rodeado de seres como tú, depositados cada uno en su cubículo de cristal, llorando, durmiendo, agitados, soñando posiblemente con una vida anterior.

Esperé a que la enfermera me indicase el camino, pero no venía. Pensé que ridícula debía estar con aquella bata verde, las calzas y ese gorro horrendo de papel. Alguno me miraba y parecía reírse de mí, gesticulaban y me hacían divertidas muecas, pero ninguno de ellos eras tú.

Te presentía cerca.

Ya no pude esperar más y me fui adentrando lentamente y con sigilo para que la susodicha no se percatara que estaba infringiendo sus órdenes, deseaba tanto verte.

Hacía varios días que habías llegado a este mundo, fue todo tan rápido después de la agónica espera, de tantos días encerrada en aquellas cuatro paredes, de la lentitud del tiempo, que llegaste y no pude conocerte, te alejaron rápidamente de mí. ¿Me recuerdas? Dicen que el vínculo que nos une es algo infranqueable, incluso pasados los años y habiéndonos desunido literalmente, seguiremos amarrados por siempre.

Miré a uno, al otro, seguí de largo, te huelo, sé que estás ahí, ¿cómo eres? Te describieron, todos ellos, los que te conocieron antes que yo, tanto tiempo juntos y ni siquiera pudimos querernos desde el primer momento. No me hacían falta sus indicaciones, te huelo.

De repente lo supe, te miré, me quedé sin aire, esperé respuesta, sonreíste. Ella vino por detrás, con cara de pocos amigos, creí que me echaría a patadas de allí, pero se paró a mi lado, te miró, leyó la etiqueta, y lo dijo:

- Veo que no te hago falta, lo has encontrado tú solita. Sí, es este,¡ este es tu hijo!

¡Eras tú!, mi niño, mi tesoro. No puedo ver, se me nubla la vista. Busqué la complicidad de tu padre, esperaba desde la puerta y afirmaba con la cabeza, es ese, es él.

-¿Puedo cogerlo? Pregunté.

-No, contestó ella, con su voz de ordeno y mando.

- ¿Cuándo?- volví a preguntar.

- No hasta que no le quiten la vía- contestó con frialdad.

¡ Dios, no lo había visto! La tenías ahí, clavada en la cabeza, en la fontanela que le dicen, pero ¿por qué? ¿Qué te pasa? No entiendo nada. Volví a buscar la mirada de tu padre, pero esta vez la rehuyó.

- ¿Qué le pasa?- pregunté nuevamente.

- Ya el médico habló con ustedes, supongo- me contestó.

- No, no conmigo- repliqué.

- Bueno, lo habrá hecho con su marido- dijo sin levantar la mirada de donde la tenía fijada.

- ¿Pero está bien, verdad?- repliqué.

- Mire señora, el doctor atiende las consultas por la mañana, así que tendrá que esperar a hablar con él a ver que le dice,- contestó acaloradamente.

La miré fijamente y callé. Te dirigí la mirada, me volviste a sonreír y me tranquilizaste.

- Ha terminado el tiempo de visita- dijo con premura.

- Muy bien, ¿a que hora puedo localizar al médico mañana?- pregunté con altanería.

- Después de que pase consulta a los niños, atenderá a los padres en aquella salita de allí, - me indicó señalando con el dedo de muy mala gana.

- De acuerdo, y por cierto, no es mi marido- contesté con absoluto desprecio.

2 comentarios:

Bea dijo...

Adelante y fuerza con esta nueva aventura!
No hay nada más hermoso que poder expresar aquello que uno lleva dentro con las mejores palabras.
Gracias por dejarnos a todos compartir ese tu mundo lleno de emociones, sentimientos, risa, llanto, amor, ternura, rabia, esperanza...
Con esto te has hecho el mejor de los regalos, que en esta pequeña aventura, mirando dentro de tí, vas a descubrir ese ser tan especial que eres tú!
Felicidades y disfrútalo mucho
Besos

A mi hermana

MIMOSA dijo...

Gracias Bea, para mí es muy importante tu opinión y tu aliento. Espero poder hacer sentir y disfrutar con las letras lo que quizás no sé demostrar con palabras.
Besos

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