Comparten mis mimos

29 de octubre de 2013

CANALLA

Lilya Corneli


Quién te dio potestad para filtrarte en mi piel y derramar tu veneno con ese anhelo prohibido, para luego hacerme creer que pasarías por mi vida sin pasar, y jugar a extrañarnos para siempre yo perder, cuando aún tras la llave de esta puerta ya cerrada se sigue gestando el perfume de un deseo inaccesible, tormento infinito de tu vileza que no me permite olvidar. 

En esta oscuridad sin esquinas donde esconder mi sombra quedo suspendida cual cuadro colgado en esa pared sin aliento, dónde la pretensión de borrarme te resulta inútil y me aferro al gris de los recuerdos, cuando en la ausencia humedecías mis secretos.

Quiero negarte, barrarte de mi estancia, tragarme las cenizas de esa llama para que no vuelva a prender, vomitar tu nombre y esconder cada letra en un bolsillo diferente de mi armario, pero tu veneno ha llegado a mi vientre y el único antídoto para evitar esta muerte está en ti, CANALLA.




23 de octubre de 2013

INTEMPERIE, DE JESÚS CARRASCO. CONCLUSIÓN FINAL.




Uno se acerca a los libros por distintos motivos.

 No soy de las que van corriendo a comprar la última novedad en ventas o el último best seller por más bombo y platillo que le den. Suelo encauzar mis lecturas a veces por puro capricho, removiendo cielo y tierra si hace falta hasta obtener lo que quiero (mi amigo B lo sabe bien, que mi último pedido viene desde los EE.UU, de tan loco que lo volví para conseguirlo, je,je,je), otras por ese deseo imparable que me da por el saber, algunas porque el libro me hace señas desde la estantería de la librería hasta llamar mi atención, y mil razones más que sería aburrido describir aquí y además no es éste el tema.

Yo llegué hasta Intemperie, de Jesús Carrasco, de la mano del Club de Lectura que dirige el profesor Pedro Ojeda Escudero, desde ese lugar tan representativo que es para mí La Acequia.

A algunos nos  habrá podido gustar más, a otros menos. Habremos podido coincidir o no en nuestras críticas del mismo, pero siempre se nos habrá quedado algo por ahí dentro.

Intemperie tiene esos momentos que pueden dejar huellas perdurables. Intrincadas sendas del destino que cuentan la historia de ese niño fugado, donde los hechos en el espacio y en el tiempo significan algo más que un mero azar, al cual nos hace llegar el autor a través de un copioso léxico -arcaico para algunos- que nos sitúa en ese desértico lugar lleno de vicisitudes.

Nunca sabemos con certeza si la brújula de nuestro camino apunta bien o mal, y así, sin ella, se echó el niño a caminar por las veredas, sin pensar que pudiera encontrarse con el barco salvador que lo llevase por esos mares ignotos a pesar de hacer aguas por alguno de sus lados.

El silencio, compañero incansable del viaje, le hace crecer a un ritmo vertiginoso, y el acerbo paisaje le cría un hombre allá donde el sol le fue quemando la piel y donde la iniquidad humana de aquellos que debieron protegerle lo abandonó a su suerte.

Como hechizada atravesé sus páginas de principio a fin guiada por la intuición, con la esperanza de no acertar en la temeridad que mi mente vislumbraba, pero incluso la realidad descrita fue más brutal que la ensoñación previa.

Es evidente que el autor deja al lector a la “intemperie”, y nunca mejor dicho,  para ser transportados a ella y sentirnos atrapados por el texto, desprotegidos ante la incertidumbre.

Un cántico a los sentidos.

20 de octubre de 2013

AMANTES




Las noches nos brindan oportunidad de amantes 
y mi boca te desafía a un envite en un nuevo escenario, 
runruneando mi deseo a tu oído mientras mis manos, 
instrumentos para tocar lo prohibido  hasta censurarlo,
se revuelven en el laberinto de tu sinrazón.

Tú, cómplice de esta provocación,
tejes, lascivo, caricias alrededor de mi cintura
y me atrapas entre la pared y tu pecho
para aprisionar la eternidad en un segundo
y naufragar sin aliento en mi sur.

Luego, nos columpiamos uno en la piel del otro
hasta consumir esta muerte que se avecina 
en cada gota de sudor
dejando que el vértigo nos lleve hasta el abismo
para precipitarnos en él... perdidos.





16 de octubre de 2013

INTEMPERIE, DE JESÚS CARRASCO. DESENREDANDO EL HILO.




Sigo con mi pequeña colaboración al Club de Lectura dirigido por el profesor Pedro Ojeda desde La Acequia


Y casi comenzando nos tropezamos con esas dos simples frases:

“La estampa del padre, solícito y servil, volvió a su mente en compañía del alguacil. Una escena que, como ninguna otra, provocaba en su cuerpo desórdenes de todo tipo.” (pág. 12)

Nos saltan las alarmas, nos abordan las preguntas, las hipótesis se dibujan, esas suposiciones que nos otorga la perspicacia. Pero no, no adelantemos acontecimientos. Sigamos andando por esos parajes para llegar a las respuestas.

Y volvemos a tropezar en la siguiente piedra:

“El chico conocía bien ese sidecar. Había ido muchas veces en él cubierto con una manta polvorienta.” (pág. 22)

¿Por qué habría de ir agazapado bajo aquella manta? ¡Uf!, el ardid de la mente comienza otra vez a conjeturar… ¡No, no, no! Borremos esa imagen, el sol de los páramos nos está afectando, busquemos una sombra.

¡Pero el chico quiere alejarse cada vez más del padre, del alguacil, y volver con sus puños hechos roca para que este último no pueda someterle nuevamente!

Bueno, calmémonos y como dice el autor, limemos asperezas con la tierra. Avancemos y descubramos esa verdad.

Ahí está, otra vez la insistente duda:

“El recuerdo de la voz del alguacil le rajó los ojos y sintió que era sangre lo que comenzaba a brotar por las rendijas de sus párpados.” (pág. 84)

Podría decirse que nuestra intuición  no difiere mucho de la realidad.  Mucho mal debió hacer ese alguacil para causar esa angustia en el chico. Ya, ya, ya… esperemos al detonante para ser totalmente imparciales. Hasta entonces habremos de seguir tragando polvo de estos eriales.

“… el cabrero terminó de orinar… Cuando se dio la vuelta, el niño apreció la humedad de sus pantalones y cómo, de la bragueta, asomaba rosado su glande. El chico salió corriendo y se perdió en la oscuridad.” (pág. 89)

¿Acaso no creéis que este suceso confirma nuestras sospechas? No se asusta del viejo, se amilana ante la visión que tiene ante sus ojos. Sí, podría ser que estemos en lo cierto, más no quisiéramos.




… que él vivía su oprobio.” (págs. 91-92)

¡Callad! Alguien se acerca. ¿No oís el ruido del motor? ¿Dónde? ¿Dónde nos metemos?

Temerosos observamos la escena desde más allá de las letras. ¡Dios! ¡Está aquí! ¡El alguacil y sus secuaces!

(Pág. 96)



Arrogante, ejerciendo, ¡cómo no!, ese abuso de poder.

Casi podemos palpar el miedo, la angustia, la impotencia…

¿Qué hace? ¡No! ¡Quiere prender fuego! ¡El chico! ¡Debemos avisarle!

Humo… calor… no hay aire… ya no podemos respirar… cadencia en la llanura… esa tenue luz de la luna…

¡Está vivo! ¡El chico está vivo! ¡Oh, ha caído el viejo! ¿Está muerto? ¡No tiene pulso, pero respira! El chico es listo.

Luz, ya es mañana. El viejo fustigado, el hedor de los cuerpos degollados, una imagen dantesca… y el macho flotando en el agua con la tripa abierta…


Por hoy no podemos más, vayamos a descansar. Mañana seguiremos buscando respuestas.

14 de octubre de 2013

CÁBALAS




Desde que estallara esta crisis que asola nuestro país, no sólo se ha generado una constante destrucción del empleo, sino que se ha manifestado una aplastante depresión demográfica, particularmente, por la cantidad de nuestros jóvenes que han tenido que salir a otros países a buscar un puesto de trabajo que, entre otras cosas, impide sostener el “Estado de Bienestar”. Ese modelo público al que tan apaciblemente estábamos acostumbrados.

Por un lado se van multiplicando los “afiliados” al desempleo, y por otro va creciendo el número de pensionistas. ¿Cómo se traduce por tanto este desajuste?

No tenemos el número suficiente de jóvenes y niños que son necesarios para seguir conservando el sistema actual de pensiones, para mantener esa “sostenibilidad” de nuestra sanidad pública, del sistema educativo y de tantas otras prestaciones públicas que durante tantos años se han venido instaurando.

¿Y cómo repercute en los que aquí seguimos intentando sustentar esta estructura, dado que no existe una proporcionalidad entre las contribuciones al sistema y las prestaciones que esperamos del mismo?

En los últimos años, se nos ha sometido a una austeridad en aras de salvar los últimos cartuchos que no fueron prendidos para festejar aquellos yacimientos de riqueza que pensaron no tendrían fin.

Por todos es sabido los años de bonanza que en un pasado no muy lejano vivimos, donde el manejo de la especulación por parte de la banca y respaldada por las políticas públicas hizo su agosto, y dónde la gran mayoría cayó en el inmenso socavón abierto, por esa ambición nada parca de atesorar “plata” y vivir mejor, en la absurda creencia que el vivir mejor era sinónimo de tener más, y sin entrar en diatribas que no nos llevan a ningún lado, seguimos inmersos en este ciclo involutivo que cada vez degenera más y más.

¿Acaso, y aun teniendo que lidiar con esta “austeridad” impuesta, no siguen teniendo las instituciones financieras carta blanca para hacer y deshacer a diestro y siniestro?

¿No sigue favorecida esa clase política que alentó y avaló ese círculo de poder que hizo tambalear a estos llamados “gobiernos democráticos”, casi hasta el punto de la ingobernabilidad arrastrados por suculentos golpes de mercado donde no sólo se especulaba con capitales, sectores inmobiliarios, alimentos básicos, etc, sino que hasta las deudas que mantenían los países entre sí entraron a formar parte de este juego quedando a manos del mejor postor?

¿En qué lugar se encuentra nuestra economía que nos empuja a plantearnos juicios de valor y posturas eclécticas ante ella?

¿Por qué se acrecienta este abismo entre las clases sociales? Por un lado quedan los asalariados “mileuristas”, dentro de los cuales queda ya casi extinguida aquella conocida clase media emergente de los años setenta y ochenta, que mantenía el dinamismo en los mercados dado su poder adquisitivo, la cual ha quedado prácticamente proletarizada y vive gracias a los “low cost”, y en el otro extremo, los acuadalados, que supieron estar a verlas venir y sacaron la mayor de las tajadas y que ahora manejan el sector privado, rentabilizando ese consumo de lujo que contrarresta con la situación que la gran mayoría vive. Y frente a todos ellos están esos que nos miran desde sus atriles, donde apoyan sus discursos llenos de falacias, que parecen no saber por dónde atajar la situación en la que el país está enfrascado.

Es evidente que ese “Estado de bienestar” está condenado a morir en un futuro venidero si no es que ha muerto ya.

Nos dejamos arrastrar sutilmente hacia ese “neoliberalismo” que apoya los mercados abiertos, la privatización, la minimización del papel del Estado… ¿Y ahora qué?

Es imprescindible un cambio de la lógica aplicada, de una correcta planificación e iniciativa del Estado, donde se abogue por un equilibrio macroeconómico capaz de ajustar armónicamente los flujos entre la oferta y la demanda, dando un funcionamiento real al conjunto económico equilibrando los precios que influyen indiscutiblemente sobre la tasa de salario nominal.

Un Estado calificado que aplique una correcta disciplina fiscal para realzar un crecimiento sano y sostenible, recuperando el control de los recursos necesarios para luego adaptarlos eficientemente en la mejora de servicios que como Estado debe dar, sean la seguridad, la justicia, la educación, la salud…

¿Tenemos ese Estado? Yo diría que no. Llevamos décadas navegando en un bipartidismo donde la derecha sabe discutir y alimentar los oídos a los ciudadanos sobre esos temas que creen preocuparlos, y la izquierda, se encamina a la consecución de los recursos para paliar esos déficit creados sin la consecuente eficacia tan necesaria de la que anteriormente aquí hablo. Se ha convertido en una lucha de titanes en las que han dejado al margen lo verdaderamente importante, el pueblo  que les dio su confianza y que tantas veces ha sido traicionado.

Es acuciante ese liderazgo que sepa unificar el desarrollo, la creatividad, la innovación, el emprendimiento, las reformas estructurales necesarias, que haga un correcto saneamiento de las cuentas públicas y que una vez hecho, proclame la continuidad y fortalezca las bases de ese crecimiento. Ineludible será un esfuerzo colectivo, una única conciencia para acabar con este desgaste al que hemos sido sometidos, creando los cimientos de un auténtico sistema democrático. El ciudadano debe volver a tomar las riendas de su vida y acabar con este deterioro social.

Demasiados frentes en que pensar… ¿No vinieron en su día las repúblicas a proclamar y afirmar que todos somos iguales?

¿Acaso no tiene el hombre recursos suficientes para crear un mundo mejor? ¿No es posible el cambio? ¿Cabe la posibilidad de un sueño colectivo o es cierto que la humanidad está enloquecida y no hay tiempo para soñarlo?


El peor enemigo del hombre no es el propio hombre, sino el miedo a enfrentarse al cambio.
     

9 de octubre de 2013

INTEMPERIE, DE JESÚS CARRASCO






Esto no es más que mi humilde aportación al Club de Lectura dirigido por el profesor Pedro Ojeda desde La Acequia.

- Oye papá...

- Mmmm...

- ¿Qué significa ataharre?

- Mmmm... pues no sé. Coge el diccionario.

- ...ataharre: "banda de cuero, cáñamo o esparto que, sujeta por sus puntas..."

- ¿Y trébede?

- Búscalo.

- ...trébede: "triángulo de hierro con tres pies..." ¿Sabías que hay un montón de árboles y arbustos que no había oído en mi vida? ¡Fíjate papá! Taray, albardín, cañaheja...

- A ver, Carlos, ¿a qué viene tanta pregunta?

- Es que me estoy leyendo este libro y hay muchas palabras que no entiendo.

- ¿Y de qué va el libro?

- De un niño que se escapa de su casa.

- ¿Y por qué se escapa?

- Aún no lo sé, no he llegado al final.

- Pero alguna pista te dará, ¡digo yo!

- Pues no, no da pista alguna el libro este, ni siquiera me dice cómo se llama el niño... ni de qué pueblo se escapa, ni nada de nada. Sólo sé que vaga por un inhóspito páramo que...

- ¡Vaya! Parece que se te está pegando parte del vocabulario...

- Ja,ja,ja... Sí, así es. ¿Recuerdas? El abuelo, desde que alcanzo a acordarme, siempre me regalaba un libro por mi aniversario, en Navidad, y cualquier otra fecha de guardar que se terciara. Decía que el saber no ocupa lugar.

- Y cuánta razón tenía,... era un hombre muy sabio para ser hombre de campo. Él sí que hubiese contestado todas tus preguntas.

- ¿Quieres que sigamos leyendo juntos un rato?

- ¡Vale! ¿Por qué no?

- Pues acércate y no te olvides del diccionario...



-    

7 de octubre de 2013

UN DÍA ACIAGO



Hoy el día se levantó funesto, el cielo parece haberse escondido.
En el cristal de mi ventana se evidencia un semblante ignoto que me inquiere respuestas que no sé dar y aparto de él mi mirada cauta y busco en el espesor del aire un hueco donde asirme.
Esta inhóspita morada me atrapa en sus lenguas de silencio y me encierra en los días anulados del calendario que reposa esquivo sobre el escritorio añejo.
Desnuda, en la penumbra, hilvano recuerdos que revelen mi nombre con las telarañas urdidas en mi memoria, para mudar esta piel que ya no siente mientras mi mente vuela a las calles por las que un día paseé mi sombra.
El refugio que hallé en las noches de espera pintó sus paredes de abulia y así no tener que seguir fingiendo en su puerta una sonrisa, para que este día aciago venga a robarme el último beso que cobijo y serenar en él sus angustias teñidas de gloria.




5 de octubre de 2013

EN TIERRA DE NADIE: LAMPEDUSA



Desde ese instante sucumbe el silencio
y el cielo lloverá recordando este día,
y habremos de bajar la mirada ante la vergüenza
de saber que el humo todo lo disipa.
Voces que sollozarán sus nombres
ahondando en el mar,
cautivos de unas huellas que jamás andarán...
Y decir adiós, en eso consiste el fin de la vida
tocando el alma que no toca,
y les llevará la brisa y la espuma
perdidos para siempre
en esa sal que sabe a muerte...




3 de octubre de 2013

MUERTE DE UN MAÑANA
















Y es esa mi voz,
 la que musitaba promesas a tu sombra.
Sombra,
 que cavó una fosa para enterrar el silencio que nos consumió, donde la semilla de esta muerte y el deseo arrojados al vacío
 se descompusieron,
 mientras los pensamientos y las huellas se desvanecieron en esa noche perdida que jamás alcanzó madurar.
No hubo espera, tan sólo un rumor,
que de abatimiento feneció en un olvido
por la cruel indiferencia y comprendí,
aún a tiempo,
que nunca nada podría pedirte...






1 de octubre de 2013

ESPECTRO



Me abandoné a los fantasmas que yerguen desde el silencio de las madrugadas.
Me deshice del sentido propio de la vida misma y dejé que los demonios del alma se hicieran de mi, dueños.
Me senté a ver partir el sueño por la delgada línea del lóbrego cielo.
Y quedó sólo en mi, mi temido espectro.


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