Miguel se despereza como cada mañana, se atusa la barba y frota sus manos buscando la llama que encienda el calor de su lejana mirada.
Pasan las horas, los días, las semanas, mas espera con paciencia infinita que camine el tiempo, que se acorte su vida, que se oiga su lamento, que choca en el eco de miradas extrañas.
Miguel camina sin rumbo, con su cabeza a media asta, no se fija en quien a su lado pasa, ya no pide nada, sólo avanza por la misma calle, con las plantas de sus pies descalzas, se sienta en los bancos que al paso le salen y mira hacia el suelo sin dañar a nadie.
Miguel no da las gracias cuando le llevas comida o un poco de agua, levanta su cabeza y te muestra su mirada, te enseña los rasgos que distinguen su cara y a pesar de sus males, te regala su sonrisa que escruta la conciencia de quien logra atisbarla.
A Miguel le quitaron su sitio, donde descansaba sus huesos cada noche entre frías mantas, para poner unos macetones horrendos de tierra, sin plantas ni flores, simplemente de estorbo, para desechar la inmundicia que ofendía a otros ojos.
Desde entonces no se nada, no le volví a ver, no volví a ofrecerle ni comida ni agua, ni una simple sonrisa dándole las gracias por mantener viva mi conciencia olvidada.
23 comentarios:
Tus palabras son tan bonitas como tristes y tan tristes como reales. Besos.
esta asturiana se ha emocionado con tu texto tan bello, tan triste y tan real, un besin muy muy grande .
Mi querida niña. Una historia absolutamente fría y real, como frías y reales deben ser las noches de enero para Miguel. Todo se oculta a veces, sustituyendo el problema por macetones horrosos sin plantas ni flores. Nuestras conciencias, así congeladas como las manos del pobre Miguel, se sienten más tranquilas, porque los migueles de cada lugar, ya no aparecen ante nuestros ojos.
Eres una gran persona.
Te mando unos besos con mucho, mucho cariño.
MIMOSA me ha llegado tu historia... cuantos Migueles y cuanta tristeza en muchas personas, mientras otras solo piensan en estúpidas y absurdas polémicas... Cuanto mejor iría la humanidad, si de tanto en tanto hiciéramos una pequeña reflexión de amor y caridad como ésta...
Cùantos seres como Miguel son reemplazados por objetos inútiles, y cuàntas conciencias se obstruyen en ese gesto...gracias por recordarme los rostros de los que a veces no volvemos a ver. Besos amiga
Bonita refexión, triste muchas veces triste esta civilización que me hace sentir vergüenza ajena (y propia). ..pensar que cambiamos la mirada de Miguel , su humanidad,y hasta su vida, por una miserable maceta ¿ pero ..y eso que importa....a veces , muchas veces, mejor me callo
Dios!!! cambiar a Miguel por una maceta¡¡¡¡.
Tu entrada es aleccionadora y entrañable.
Un beso
Me ha partido el alma. Que relato. Somos tan hipócritas que preferimos esconderlos ......
Un abrazo.
Si vuelves a ver a Miguel, no te olvides de sonreirle de mi parte, una gran sonrisa gallega.
Gracias por este post, Mimosa, es una delicada,hermosa y triste verdad.
Felisa
Son muchos los Migueles que pululan por nuestras ciudades, y cuando su presencia afea el paisaje, en lugar de ayudarles a que su situación mejore lo que ésta sociedad hace es desplazarlos a donde no sean vistos.
Triste pero cierto.
Un beso, Mimosa, y feliz semana.
Precioso y triste relato perfectamente descrito y tan real amiga mía y tan duro pero pasamos de ellos en esta sociedad egoista que hemos creado.Besos querida Mimosa.
Un relato con un gran mensaje de concientización. Muy bueno mi querida Mimocita.
Un fuerte abrazo.
tremendo, triste, cruel,
y perfectamente narrado
con una dulzura y belleza
que duele... conmueve.
UN SALUDO AMIGA
Ufff... Este me ha dado, y no por tocayo. De lo que te llevo leído, es mi favorito. Tiene frases que pueden agarrarse con las manos, enhorabuena. Besos y mordiscos.
Nuestra vida está llena de esos tantos Miguel que nos encontramos en el camino y que un día desaparecen sin más dejándonos como una pasita el corazón.
Un buen relato, Mimosa.
Miles de besos.
Es una historia muy triste. Siempre que veo a personas como Miguel me pregunto cómo habrán llegado a esa situación, qué les pasa por la cabeza...
Feliz semana.
Muchos Migueles representan un estorbo desagradabel a la vista de la conciencia que facilemnte olvida...
Es estremecedor,cierto y descorazonador que todo esto exista en pleno siglo 21
Me ha gustado un montón.
Besos!
Bonito, muy bonito- yo tambièn conozco a alguien asi al que veo cada dìa, me sonrie, le llevo algo-
Es tan real lo que dices como lo es la vida con sus cosas, sus momentos.
Un gusto visitarte y leerte.
Un beso
Aurora
Ay Mimosa, emociona tu historia y abre los ojos de aquellos cuya conciencia creían también olvidada.
Un beso preciosa.
Al menos, dejó huella.
Besos.
Hay gente que decide vivir así, es su mundo, no podemos exigirle y alentarlo a cambiar de modus vivendi y siguen sus caminos de parias porque precisamente encuentra gente que los apoya dándoles limosnas, comida; yo pienso que si no les dieran nada ellos verían la forma de trabajar o de robar, creo que se inclinarían por esto último, en fin son las lacras de la sociedad. Y ojo la endicidad en los niños, es un tema aparte y diferente. Un gran abrazo
MIGUEL no es una simple historia, es una razón de ser, persona humana. Como mismo vino se fue, no se por donde llegó ni por donde marchó,pero ahí estuvo, y recuerdo su rostro, y recuerdo su olor,y recuerdo en principio el repudio y el miedo, y recuerdo mis pasos bordeando su suelo y las dudas, y la vergüenza de las miradas ajenas y del qué dirán.
¡Qué absurdo encuentro todo eso hoy!
Felisa, descuida que se lo veo, dejaré entrever una sonrisa tuya.
Si que dejó huella Pedro, sobre todo en el pensamiento, es por ello que hoy me volvió al recuerdo.
Y si, Drac, los habrán que decidan vivir así, incluso que les guste, nadie los alecciona para cambiar de vida ( no yo por lo menos), cada cual es libre, pero hay algo que se llama compasión y también existe la conciencia. Cada caso es diferente, no puedes embarcar a todos por igual, espero que nunca la vida te lleve por derroteros ni necesidad y sientas la angustia y la humillación de solicitar. Miguel nunca pidió, ni dinero ni comida, ni tenía fuerza para correr ni para dar un tirón, yo habló de él, no del resto. Mayores ladrones tenemos en lo alto y de ellos ni corremos ni los ocultamos, ni nos avergonzamos, a esos es a los que realmente deberías temer porque tejen los hilos que mueven tus manos.
Un fuerte abrazo a todos y cada uno.
...tal vez en algun otro rincon, Miguel este avivando otras conciencias.
Besos
Detrás de cada Miguel está la historia de una vida.
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