CARTA AL CORAZON

 

Mi querido corazón:

      Perdí la cuenta de los años que te mantuve penando, aislado, roto y afligido, percibiendo difusos latidos. Encerrado entre oscuras celosías, sin que  la luz pudiera atisbar vestigio alguno de vida, ni un leve sonido que pudiera perturbar tu descanso.

         Mis miedos se convirtieron en los guardianes de tu agonía, tedioso castigo infringido, viviendo en soledad errante, tras la llave del olvido.

         Pero en las noches llegan sueños, sueños de una cama vacía, que espera las letras que conforman un nombre, y entre sábanas blancas dibujo la faz de un extraño, con profundos ojos negros, calcinados, fiel reflejo de la niña que creyó en ti, que se hizo mujer buscando, sin saber bien el qué, ni el cuándo.  Que sintió haber amado tanto, porque tras ese amor llegó el desgarro y el llanto, ruinas de cristal, besos amargos, círculos viciados. Todos te miran, nadie te ve, sólo yo, anhelando alientos, surcando amaneceres y mañanas, ignorado entre el espacio y el tiempo, tu lugar secreto, repliegue de alas al viento.

        En la oscuridad eterna de la noche,entre nieblas y brumas, renacen fragancias de deseo, empujas la puerta lacerada dando pasos sin tiento, entreabriendo los ojos, adaptándolos a la opacidad de la luna, que sigue viva a pesar del heraldo que vaticinó su muerte. Esa luna que te acunó entre brazos, que alumbró tus besos, que dibujó tus caricias, que te llora aún en la perpetua búsqueda, la que te espera, paciente, para guiar tus pasos, para protegerte. Esa que te vio nacer una fría noche de invierno, esa que te acompañará hasta el último hálito. 

             Regresa, despacio, al sortilegio de la vida, a la libertad de amar, porque tus heridas sanaron.