LATIDOS

Brooke Shaden

Son muchas las razones que me llevan al silencio, pero la más real y sincera es aquella que comienza en mi.
Me llama, desde lo más oculto y me dejo atrapar hasta el fondo de la madriguera, donde sólo poder oír el sonido del respirar me basta ante la certeza de estar. No siento siquiera la necesidad de ver, porque los ojos no hacen falta,y a las puertas me despojo de este pesado cuerpo que lleva escrita la cotidianidad, los ruegos y preguntas de ese porqué abismal, las palabras que no dan tregua, el pasado que reverbera para dar de bruces una y otra vez con otra realidad que no termina de fraguar.
La tierra se preña de mi y me acoge cantándome una nana, y náufragas la una en la otra vemos viajar la luna después de bañarnos al sol, nos engalanamos de estrellas y lucimos radiantes en la inmensidad del oscuro.
Me nutro, me empapo de esa sustancia infinita que el lenguaje del mundo se olvidó de pronunciar, y que equivocadamente enterró en las entrañas del pesar  por no saber usar, paseando la vida en años sin prestar atención al instante, donde los sueños sus alas baten como condición de comenzar un futuro indispensable.
Aquí, siento la caricia del viento y levanto ancla a la vida, y me abandono al horizonte de la existencia sin barreras que me opriman, y soy voz, y camino, y refugio, y grito, y consciencia, para no olvidar como debo volar. Porque..., ¿quién puso rejas al tiempo que no se pudieran sortear?